El Barça pasa a cuartos con un 5 a 0 con el Celta

El equipo de Valverde desarbola al cuadro vigués con cuatro goles en media hora y un ritmo imparable de juego, el mejor de la temporada

El tricampeón de las últimas ediciones mantiene su idilio con la competición y estará en el bombo este próximo mediodía (12.30 h.) para conocer su próximo rival. Los habrá de todo tipo y condición: difíciles (Real Madrid, Atlético), complicados (Valencia, Sevilla, Espanyol) y deseables: Alavés y Leganés. Ninguno tan complicado como el propio Barça, que pasó con una exhibición intimidatoria aplastando al Celta.

Tenía el Barça bien enfocado el pase con el 1-1 de la ida y cerró el trámite muy pronto. En dos minutos, dentro del primer cuarto de hora, con dos goles idénticos, casi calcados, de Leo Messi. Con sendos remates cruzados tras sendos pases de Jordi Alba, su mejor socio. Tan en deuda se sentía el astro con el defensa que antes de cumplirse la media hora le envió un regalo desde lejos para que Alba se sumara al festival goleador.

Credibilidad por tierra

El Celta hizo efectiva inmediatamente su rendición, por si no fuera evidente, con un regalo de Pione Sisto que dejó a Suárez ante el meta. Diluido como un azucarillo, el once celeste fue más blando que un mazapán y echó por tierra los gramos de credibilidad que se había ganado por haber empatado dos veces con el Barça (en la Liga y en la Copa) y ante el Madrid el domingo pasado.

Debió gastar toda su energía (y atención) en tan señalados choques, porque de regreso al Camp Nou se mostró como un equipo pusilánime e inocentón. El 3-0 fue sonrojante tratándose de un equipo de Primera División. Un pase de Messi, caminando, desde la posición de interior derecho, rompió dos líneas, desarboló a cinco jugadores y descolocó al meta vigués, que llegó tarde y perdió el autobús.

A pasar el rato

Con el 4-0 (y dos goles anulados a Suárez por fuera de juego) antes del descanso había terminado el partido y la eliminatoria, por supuesto. El candoroso Celta, a imagen y semejante del buenazo de Unzué, hizo dos cambios, entre ellos el de Aspas, y Valverde metió a Vermaelen por Piqué en una convención general que debían dedicar el segundo periodo a pasar el rato y que cada cual hiciera méritos por sí mismo para ganarse a su respectivo entrenador.

No necesitaban hacerlos Messi ni Iniesta, que se retiraron a descansar para la visita el domingo a San Sebastián. Ellos no jugaron la ida de Balaídos, tampoco Suárez, pero en la vuelta eran necesarios. Dembéle, en cambio, solo jugó un rato. Rompió el sopor que iba extendiéndose por el estadio con una jugada individual que finalmente neutralizó la zaga viguesa en uno de sus escasos aciertos. Porque el 5-0, con un cabezazo de Rakitic solo en el área, fue otro error monumental.

Esfuerzo repartido

En una rotación muy controlada de Valverde, solo Semedo, Vermaelen, Rakitic, André Gomes, Dembéle y Arnaiz han participado en los tres partidos de enero con lo que la exigente reanudación de la competición no ha supuesto un gran desgaste. Al contrario.

Parece como que el Barça haya alcanzado un ritmo en el que se siente cómodo, como si ya hubiera aprendido todos los mecanismos que ha introducido Valverde, sin acusar los matices particulares de cada encuentro. André Gomes, por ejemplo, ocupó ese doble puesto de interior y extremo derecho por el que han pasado tantos jugadores, él también.

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