El Barça se mete en la semifinal en una orgía de goles

El once azulgrana alcanza la penúltima ronda por décima vez en once años en su competición favorita

Décima semifinal en once años. Con la única y negra salvedad de la temporada pasada, la pandémica, el Barça se ha presentado otra vez en el sitio donde suele estar en la última década. Sin que la Copa sea un objetivo preferente, sino el tercero en el escalafón de las pretensiones culés, seguir (o volver) en la cota de la abundancia y el bienestar no deja de ser una buena señal.

Como buena señal fue la reacción de un equipo que estaba moribundo, regalando miserablemente un título, cuando vio la luz al final del túnel. La fe de Griezmann que se tiró a buscar un balón imposible, acabó con la pelota en la red. Un milagro que desató una orgía de goles apoteósica. El destino se apiadó de un Barça que se estaba autocondenando con sus errores, pero que se salvó.

Griezmann reparó los groseros errores de Umtiti para alcanzar la prórroga y Alba echó otra mano con un par de goles insólitos: de cabeza el primero, de un voleón el segundo. Tras remontar los dos tantos locales, el Barça decantó la marcador con el subidón anímico adquirido. Messi observó complacido que está bien acompañado.

Pero a punto estuvo de tirar el brazalete, desesperado por ver que Umtiti había entregado el billete de la semifinal al Granada, que llegaba más lejos de sus expectativas gracias al dadivoso Barça, incapaz de corregir los errores que perpetró en Cornellà –falló dos penaltis y necesitó la prórroga para batir a un Segunda B- y en Vallecas, donde debió remontar un gol. Anoche levanto dos.

Pocos reproches

La premura forzaba a Koeman en el descanso, pero pocos reproches tenía el técnico al primer tiempo más allá de la poca calidad en el remate, Umtiti al margen. Lanzó Messi una falta que Aarón se lució volando a la escuadra, pero Araujo dos veces, Trincao y Griezmann, contra el cuerpo de un defensa fueron las otras ocasiones.

Podría haber cambiado Umtiti y señalarle, lo que habría alimentado las opciones de igualar de nuevo, y ahorrarse que todas se desvanecieran al minuto de la reanudación. También perdió la bola Griezmann en el principio de la condena. Sin saber dónde estaba Soldado, dándole la espalda y girándose tarde, no pudo ni molestar a su rival, de 35 años, que se marchó triunfal a por Ter Stegen.

Relevo cantado

Estaba cantado el relevo de Umtiti, también por el resultado, y se marchó finamente Trincâo tras estrellar el balón en el larguero. A una media hora suicida lanzó Koeman a los suyos, colgados del área andaluza y rezando para que nadie cometiera otra torpeza más. Que la hizo Dest. El paso de los minutos acentuó la concentración de los azulgranas y afinó su puntería. Disparó Dembélé otra vez al poste y luego le siguió Messi.

Hasta Griezmann golpeó a la madera en una bola que tocó en la pierna de Aarón para colarse. El milagro continuó en el tiempo añadido con un cabezazo de Alba en el área de meta, en una asistencia de Griezmann que en cuatro minutos limpió los 86 anteriores. La prórroga alargó la agonía de los granadinos, cuyo entrenador había dado la victoria por anticipada con sustituciones que parecían más gratificaciones.

El Granada ya estaba deprimido. Todo lo que le habían dado se lo estaban quitando. Hasta la gloria de la semifinal.

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