El Barça sentencia al Roma gracias a su eficacia (4-1)

Pocas victorias tan abultadas y tan feas se han visto en el Camp Nou. Y muchas menos veces habrá sacado tanto rédito el Barça a tan poco fútbol. Nada menos que toda una eliminatoria de Champions.

En el marcador encontró el cuadro azulgrana la belleza a la fealdad de su actuación; en los cuatro goles que anotó y que le encarrilan hacia la semifinal. Como todos los demás favoritos, evitándose el complejo y el qué dirán, después de que lo hicieran el Madrid y el Bayern el martes, y como hizo el Liverpool a la misma hora, que tiró de historia y de tradición para aniquilar al Manchester City.

La eficacia salvó al Barça en una gris actuación, porque supo aprovechar todos y cada uno de los errores defensivos del Roma, que se vio engullido por el agujero negro que se abrió en su área y por lo que será lapidado en Italia. Dos goles en propia puerta y un mal rechace del portero son concesiones inadmisibles a estas alturas en Europa y por ellas quedó condenado. Meterle tres goles a este Barça el próximo martes suena a película de ciencia ficción.

Centrales goleadores

El capitano De Rossi socavó el buen inicio del Roma, y Umtiti (con la notable ayuda de Manolas) y Piqué, los dos centrales del Barça, fueron dando forma a un marcador irreal y ficticio para lo que se vio en el césped. Tres tipos que deben proteger su área y no violentar la del rival marcaron antes de que lo hicieran las estrellas. Cuando por fin se vio a un delantero, Dzeko, hubo la réplica inmediata de Luis Suárez para acabar de acomplejar al once capitalino. Tan irreal fue todo que el uruguayo volvió a anotar en Europa después de un año. Desde que abriera las puertas del milagro de todos los tiempos ante el PSG y que tan poco duró. Así de exagerada fue la victoria del Barça, que visitará la Roma con una calma impensable para la carretera tan adoquinada que se encontró.

Ninguna de las cuatro eliminatorias se decidirá en el partido de vuelta salvo epoyeyas inesperadas. Ya están todas medio resueltas. Incluso contra las previsiones de los entrenadores. Los del Camp Nou en particular, que redactaron las alineaciones imbuidos por la idea de que todo se resolvería en el segundo partido.

Prudencia en las alineaciones

Un tufillo de prudencia, por no decir miedo, tiñó los onces iniciales. Podía presuponerse en el Roma, por mucha fama de atrevido que tenga Di Francesco, italiano a fin y al cabo, pero no tanto en Valverde, siendo el local, y habiendo recuperado para la causa a Dembélé, que no salió ni un minuto.

Sergi Roberto jugó en la banda y no coló como extremo, sino como cuarto centrocampista. Fue más extraño que el elegido en la magna cita fuera Sergi Roberto que no la abundancia de medios, un clásico esta temporada. Por detrás estuvo Semedo, una inesperada reaparición después un mes ausente por lesión. La presencia de Sergi Roberto parecía obedecer más a contener las subidas de Kolarov que de arrinconarle en defensa de haber jugado Dembélé. El marcador dio a entender que eligió bien.

Más defensas juntó el Roma que, sin embargo, consiguió alejar al Barça del área. El lateral Florenzi ejerció de teórico interior y en el centro del campo hubo hasta cinco hombres. Algo impresionó al Barça, que tuvo que rehacerse de sendos sustos: Sergi Roberto perdió el saque de centro del Barça y Perotti cabeceó cruzado recién iniciada la segunda mitad por otro fallo de Busquets.

Derroche de pérdidas

Los locales rebasaron con creces el número de pérdidas de cada partido ya en el primer tiempo, un dato revelador de las terribles dificultades que tuvieron para generar juego. La prueba está en que Valverde sustituyó a todos los centrocampistas. Menos a Rakitic, el más estable. El técnico corrigió esa lacra, gracias también al excelente posicionamiento del Roma, con dos líneas de cuatro y cinco hombres muy juntitos todos, eliminando tiempo en las transiciones. Piqué culminó, en el lugar de Suárez, un contraataque en una posición muy similar a la de Umtiti tres minutos antes, cuando se había encontrado un regalo.

Dos goles en propia puerta y dos postes fueron las escasas tradiciones que conservó el Barça, que disfrutó de una goleada que se encontró por el camino.

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