El Real Madrid pincha en Mestalla

El Madrid, efectivamente, no tenía ningun derecho a computar de antemano los tres puntos en juego en el partido aplazado de Mestalla.

CARLOS F. MARCOTE

De hecho, el equipo blanco comprobó en sus carnes que el Valencia de Voro trabaja en serio para recuperar terreno y no logró sacar ni uno. Se la pegó el líder en el estadio valencianista debido a su inconsistencia defensiva en el primer tramo del encuentro, en el que se vio desbordado en las dos primeras salidas locales, que Zaza y Orellana culminaron con sendos goles. Cristiano Ronaldo acortó distancias poco antes del descanso, pero los blancos no lograron trasladar al marcador su acoso en el segundo tiempo. No solo eso, sino que estuvieron cerca de una derrota más abultada si el árbitro llega a señalar dos penaltis de Carvajal y Ramos.

La presunta autoridad con que el Madrid empezó el partido, dispuesto en teoría a cortar de raíz las posibilidades de que el Valencia siguiera reforzando su autoestima aprovechando su visita, resultó un espejismo. Rodó por los suelos hecha pedazos en la primera salida valencianista de su parcela del campo. Progresó Cancelo por la derecha, profundizó sobre Munir y este pasó al centro para Zaza, quien recibió de espaldas a la portería y se marcó un gol de escándalo a la media vuelta (m. 4).

Este sí lo celebró el italiano por todo lo alto, y no como el que anotó ente el Athletic. También el segundo cinco minutos después, obra de Orellana en el segundo contraataaque local que los madridistas no vieron venir. Perdió el balón Varane en el campo del Valencia, el propio Zaza abrió a la izquierda para Nani y este asistió a Orellana, que coló el balón bajo las piernas de Keylor Navas (m. 9).

Mestalla, abarrotado pese a la hora, no se lo podía creer después de los acontecimientos de los últimos meses. Zinedine Zidane y los suyos, tampoco podían dar crédito a una entrada en el partido tan desastrosa, tan diferente a todo lo programado para intentar poner más tierra de por medio en la clasificación. Buena prueba de ello eran el desconcierto evidente que acosaba a un líder poco preparado al parecer para asimilar la facilidad con que el cuadro valencianista encontraba caminos abiertos hacia su área.

Todavía pudo Munir anotar el tercero antes de que se cumpliese un cuarto de hora, pero Marcelo se interpuso a tiempo. El exbarcelonista, que trabajó a destajo durante toeo el partido en ataque y defensa, neutralizó la primera ocasión blanca justo después. Salvó bajo palos un remate de James en el segundo palo en una contra con centro final de Ronaldo. Minutos después, Benzema forzó a Alves a estirarse al máximo para evitar el gol. Oportunidades aisladas que llegaron pese a la evidencia de que, además de la descoordinación defensiva, Modric y Kroos no encontraban la forma de conectar con los de arriba, entre los que el más desamparado era James. El colombiano, elegido por Zidane para sustituir a Isco, el mejor contra el Espanyol, no encontró su sitio hasta que fue sustituido por Bale.

Tampoco lo hizo Ronaldo hasta que en posición de delantero centro se elevó por delante de Mangala para cabecear a gol un gran pase de Marcelo (m. 44). Apenas un minuto después, el portugués rozó el empate con un disparo fuera del área que Mangala devió unos centímetros de la portería.

Se produjo la carga esperada del Madrid tras el descanso. El líder acentuó su dominio, pero hasta los minutos finales no pudo producir más ocasiones claras que una de Marcelo a pase de Benzema nada más reanudarse el juego. Modric ganó protagonismo, Bale salió para dar más profundidad al conjunto madridista y lo que sucedió es que el Valencia estuvo cerca de golpear de nuevo. No lo hizo porque el árbitro miró para otro lado en un claro empujón de Carvajal a Zaza cuando este encaraba a Navas tras un grave error de Varane y en un pisotón de Ramos a Munir sobre la línea frontal del área.

El acoso blanco subió de revoluciones conforme se acercaba el final, pero el Valencia supo sufrir, aguantó con todas sus fuerzas y Bale, Ramos y Ronaldo no acertaron en sus remates a la desesperada.

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