En el Barça marca hasta el apuntador

Dest se incorpora en Anoeta a la nómina de los 18 goleadores distintos que han colaborado en la producción ofensiva

Por Marcos López/Joan Domènech

Vuela el Barça de Messi, y de Koeman, en la Liga, socializando el gol, añadiendo registros nuevos en un equipo capaz de abatir al Huesca desde fuera del área o de aniquilar a la Real Sociedad desde dentro. O de mantener la capacidad goleadora, vigilado Messi, el Pichichi, con sus laterales colándose hasta el área de meta. Vuela el equipo para darle calma a un club que acaba de estrenar presidente para terminar con el desgobierno.

El renacer del Barça, que marca goles de todas formas y a través de todos los nombres -18 realizadores distintos- viene de maravilla a Joan Laporta para tejer las primeras medidas de regeneración de un club que ha perdido el dinero (no queda ni un euro en la caja), la autoestima (Europa le resulta esquiva desde hace casi seis años) y hasta la dignidad deportiva. Ahora aspira a atrapar al Atlético en la Liga (ha pasado de 13 puntos a solo 4 la diferencia) y a conquistar la Copa el próximo 17 de abril.

En medio de las ruinas de Lisboa llegó Koeman para convertirse en el único sostén de un Barça que tenía todos los pilares derruidos. Incluso Messi. Pero con el tiempo, ha emergido un equipo alegre y divertido de ver, como demuestra el esplendoroso 1-6 de Anoeta, donde el gol (Griezmann, dos de Dest y Messi y otro de Dembélé) se ha socializado a lo grande.

Tras la marcha de Suárez

Manda Messi, como es natural. Pero detrás suyo, a pesar de la lesión de Ansu Fati (en noviembre), se han unido los demás. Excepto Piqué (sus dos goles llegaron en la Champions y la Copa), Umtiti, Busquets y Pjanic. Sin acusar la marcha de Luis Suárez, el nueve que sostiene al Atlético en la Liga, que dejó un cisma sentimental en el vestuario, al despojar a Messi de su mejor amigo, y un serio problema deportivo porque no se fichó a ningún delantero. No solo eso. Regaló a Suárez al Atlético y el ‘nueve’ se lo quedó Braithwaite, fichado del Leganés, equipo que vive en Segunda División.

Con paciencia, Koeman ha ido elaborando un Barça atrevido y valiente. Le costó encontrar el dibujo adecuado. No tuvo problema en renegar de su mapa inicial. El 4-2-3-1 no funcionaba y el equipo chirriaba. Probó, de manera circunstancial (Valladolid y Eibar), con el 3-5-2, antes de arrancar el 2021 con el 4-3-3, un agradecido retorno a la clásica cultura culé. Pero el técnico no se quedó quieto, obsesionado en hallar la respuesta de un equipo que necesitaba no vivir solo de Messi.

La fórmula corregida

Volvió Koeman a la fórmula de los tres centrales, corregida, dando vuelo a los laterales (Dest y Alba se disfrazaron de volantes y extremos), protegió a Busquets para demostrar que le queda mucho fútbol y arropó a Messi con las piernas de Dembélé, cuya profundidad genera espacios a Leo, y la clarividencia juvenil de Pedri.

Fluyó el juego, se corrigieron las disfunciones defensivas y el gol se transformó en un asunto colectivo. Marcan todos. Hasta el apuntador. Con registros poco explorados. Igual derriba al Huesca desde fuera del área, como destroza a la Real Sociedad con ataques llenos de paciencia, orden, precisión y, sobre todo, velocidad del balón en el área pequeña de Remiro. El once vasco sufrió la avalancha de una máquina de marcar de 18 jugadores, algo que no alcanzan ni el Madrid (13 futbolistas distintos) ni el Atlético (11).

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