Marc Márquez, la octava maravilla del mundo

El piloto de Cervera se convierte en el octocampeón más joven de la historia sustituyendo al mítico Mike Hailwood

Por Emilio Pérez de Rozas

Lo dijo el mismísimo Ángel Nieto cuando, en el 2014, Marc Márquez Alentá (Honda) ganó su cuarto título mundial, el segundo de MotoGP, con una mano y ridiculizando a todos sus adversarios. “Este chico nos dejará a todos en ridículo. Antes estábamos ‘el Cordobés’ y yo; ahora están Rafa Nadal y Marc Márquez”.

Lo dijo Jorge Martínez ‘Aspar’ cuando ganó el quinto: “Por su hambre, por su carácter, por su pilotaje agresivo, por su determinación, por su poder de intimidación, habrá un antes y un después de Marc Márquez. Este chico los ha descolocado a todos, les ha cambiado el paso a todos”.

Lo ha comentado hoy, en Buriram, Tailandia, después de que Márquez arrasase con su octavo título mundial, el mismísimo Sito Pons, aquel que, con su doblete en 250cc, forzó a la construcción del Circuit de Catalunya: “Marc es el campeón de la nueva era, de la Play, el campeón de los niños que empezaron a correr a los cinco años. Es insaciable, agresivo y excepcional”.

Márquez celebró su conquista más mediática, aquella que le convierte en el octocampeón más joven de la historia con 26 años y 231 días (Mike Haiwoold lo logró a los 27; Giacomo Agostini, a los 28; Valentino Rossi, a los 29; Ángel Nieto y Carlo Ubbiali, a los 30) y lo hizo embocando la bola negra, la 8, en un inmenso billar instalado en mitad del circuito.

Obra excepcional

Y esa era, sí, también, la octava maravilla del mundo, esa que todo el mundo persigue, con la que denomina a una obra humana excepcional que se adelanta a su tiempo o resulta muy significativa. Todos conocen las siete maravillas del mundo antiguo (la Gran Pirámide de Guiza, los Jardines Colgantes de Babilonia, la Estatua de Zeus en Olimpia, el Templo de Artemisa en Éfeso, el Mausoleo de Halicarnaso, el Coloso de Rodas y el Faro de Alejandria) o las siete maravillas modernas (Petra, la Gran Muralla, La Ciudad Maya de Chichen, el Cristo Redentor de Río, el Coliseo de Roma, el Machu Pucchu y el Taj Mahal), pues ahora ya existe la octava maravilla, antigua y moderna, que es ese estilo único, intransferible, imposible de imitar que obliga a Márquez a ganar una carrera en la última curva, jugándose el título cuando, su rival, el italiano Andrea Dovizioso (Ducati) estaba a 11 segundos de él y lo tenía ya en el bolsillo.

Por eso se trata de la octava maravilla, porque hasta que apareció este chico, que adoraba a Nieto y siente vergüenza de telefonear a Rafa Nadal para felicitarle por su éxito en el Open de EEUU, todo era demasiado normal, demasiado fácil, poco vistoso y, sobre todo, muy aburrido. Márquez llegó a Tailandia teniendo como única misión coronarse rey, de nuevo. Conquistar el octavo título, el sexto en siete años de MotoGP, completando su década prodigiosa, la que empezó con el título de 125cc, en el 2010, y se ha cerrado hoy con el sexto de MotoGP.

El más dificil todavía

Pero mientras todos querían paz, sosiego y un fin de semana de placer (‘Dovi’ llegó a rendirse el mismo jueves y dijo que todo estaba ya decidido), Márquez buscó el ‘más difícil todavía’, queriendo alcanzar el 8 dibujando la octava maravilla sobre el asfalto. Y por eso se cayó el viernes y nos tuvo a todos colgados del helicóptero que lo trasladó a un hospital de Buriram. Y por eso volvió a caerse el sábado, intentándole arrebatar la ‘pole’ al rebelde Fabio Quartararo (Yamaha), el ‘rookie’ del año. Y por eso se ha jugado hoy la caída, de nuevo, en la última curva, soportando el ataque del ‘Diablo’. Había perdido con ‘Dovi’, había perdido con Àlex Rins en la última curva y quería sentenciar a Quartararo en la última curva.

Porque aunque no quiera hablar de eso, Márquez ya, en el 2013, cuando se convirtió en el ‘rookie’ más espectacular y precoz de la historia sustituyendo al norteamericano Freddie Spencer como el más joven campeón, dejó las cosas claras: siempre querré ganar. Sobre todo, si el duelo es con quien todo el mundo (incluido él) reconoce ya como su rival más peligroso para el 2020. “Ha habido un momento, cuando me ha cogido siete décimas, que he pensado, ‘venga déjalo’, pero algo dentro de mi me decía ‘Marc hay que coronarse ganando, hay que coronarse ganando’ y por eso lo he intentando”.

Fiesta en espera

La octava maravilla sobre ruedas ha vuelto a demostrar hoy que los grandes campeones, aquellos que están hechos con el material con el que se construyen los sueños, son los que empiezan su andadura, como hizo él en el 2013, siendo el mejor ‘rookie’ de la historia (18 carreras, 6 victorias, 13 podios y 334 puntos) y la acaban (de momento) como la ha terminado él hoy, en Tailandia, ante 95.678 aficionados y siete años después con los mejores datos posibles: 15 carreras, 9 victorias, 14 podios y 325 puntos, camino del récord más grande de todos los tiempos).

El chico de Cervera (Lleida), que no hará fiesta alguna hasta que su hermano Àlex conquiste el título de Moto2 (“no hay mayor felicidad que esa, ver a mi hermano coronado bicampeón y a la familia de fiesta”), fue el campeón más joven de MotoGP con 20 años y 266 días; y el bicampeón, con 21 y 237; y el tricampeón, con 23 y 241; y el tetracampeón, con 24 y 268; y el pentacampeón, con 25 y 246 y, sí, sí, también el hexacampeón más joven de la historia de la categoría reina, con 26 años y 231 días.

Cada año es más dificil

“Cada año es más difícil aunque parezca más fácil. Cada año es más duro, cada año hay que prepararse mejor, cada año hay más rivales, cada año son diferentes, cada año hay más motos oficiales, cada año hay más pilotos que me quieren ganar, pero yo prometo que, el año que viene, como siempre, volveré a pelear por conseguir otro título porque lo más grande de este deporte es que cada temporada empezamos todos de cero”, confesó Márquez al bajar del podio con su bola 8 negra bajo el brazo.

La bola 8, la octava maravilla del mundo, ése es Marc Márquez Alentá, nacido el 17 de febrero de 1993, justo nueve meses después de Wembley, del golazo de Ronald Koeman. Por algo será.

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