¿El Barça por qué tiene ahora la Liga a tiro?

El equipo de Koeman firma un soberbio 2021 (46 puntos de 51 posibles) y sería líder si gana al Granada el jueves

Por Marcos López

Quedan cinco jornadas, seis para el Barça, y hay cuatro equipos separados por tan solo tres puntos. La Liga ha entrado en una dimensión desconocida, viviendo un pulso por el título que no se recordaba desde hace 37 años cuando entonces los puntos valían dos y no tres como ahora. La lucha por el título se ha comprimido de tal manera que la excelente carrera inicial del Atlético, que llegó a tener 12 puntos de ventaja, se ha ampliado a Madrid, Barça, si gana el jueves al Granada será el nuevo líder, y Sevilla, el invitado inesperado.

Manda aún el equipo de Simeone, con 73 puntos, pero se ha desplomado, como quedó demostrado con su sonora caída en San Mamés ante el Athletic. Por detrás aparece el desconcertante Madrid de Zidane (71), que ha cedido dos empates (0-0 con el Getafe y 0-0 con el Betis), que le han hecho perder fuerza. Luego está el Barça de Koeman (71 puntos y un partido menos), autor de un prodigioso 2021 en la Liga y el sólido Sevilla de Lopetegui (70 puntos), recompensa al trabajo bien hecho.

¿Por qué el Atlético ha caído?

Porque ha sentido el vértigo del liderazgo en el peor momento posible. Lo tenía todo en su mano. Era dueño de su destino gracias a una espectacular primera vuelta del campeonato, donde llegó a disponer de 12 puntos de ventaja sobre Barça y Madrid. Pero, poco a poco, el equipo de Simeone ha ido perdiendo los rasgos de vitalidad y fortaleza que desprendía su juego.

Hay una causa futbolística. Ya no es tan sólido ni firme como antes. Y hay también una causa mental. Basta ver, por ejemplo, el último mes de Liga donde solo ha ganado tres partidos (Alavés, Eibar y Huesca, todos equipos implicados en la lucha por el descenso) de los seis que ha disputado. Perdió con el Sevilla (1-0) y Athletic (2-1), además de empatar con el Betis.

Aunque los primeros indicios de esa crisis rojiblanca ya se percibieron en aquel doble duelo con el Levante donde solo sacó un punto de seis. Las lesiones y el impacto del Covid-19 (Joao Felix, Dembélé, Lemar y Herrera dieron positivo en solo una semana) han minado a su plantilla, que vivía al inicio de los goles de Suárez, la ductilidad táctica de Marcos Llorente y de su granítica defensa, cimentada en las manos de Oblak.

Ahora, por una razón u otra, ya nada es igual para Simeone. A quien el gol que le complica todo, el cabezazo de Iñigo Martínez, llegó, precisamente, tras un saque de esquina. A balón parado empató el Atlético con el gol de Savic. A balón parado perdió el Atlético, enredado en una cuesta abajo que ni imaginaba al inicio.

Ya no tiene Simeone que ejercer solo de entrenador sino también de psicólogo porque el grupo que lidera ha perdido la autoestima. Se siente vulnerable. «¿Lo más importante en este final de Liga? Lo mental es clave. No tengo ninguna duda. Ninguna», ha reconocido el técnico, reclamando «equilibrio emocional» para sostener. «Quien lo ejecute mejor y lo desarrolle mejor estará más cerca de ganar».

¿Por qué el Madrid se ha despistado?

Porque sigue vivo en la Champions. Pero no da por perdida la Liga. Todavía, no. A pesar de que ha cedido cuatro puntos en una semana con dos empates con los que no contaba: Getafe y Betis. Creía el equipo de Zidane salir impulsado de su victoria en el clásico, pero se ha enredado, sobre todo, con su falta de eficacia.

El Madrid tiene la mirada puesta en Europa donde está a dos partidos (eliminar al Chelsea) de volver a jugar una final. Y eso que Zidane ha debido trabajar en la precariedad más absoluta, sacudido por las bajas, sin tener, por ejemplo, en el momento clave de la temporada a Sergio Ramos, algo más que un capitán para los blancos.

Pero en la Liga, más allá de esos dos tropiezos de la última semana, el Madrid había alcanzado una velocidad de crucero que le permitía (y le permite) seguir soñando con el título porque no pierde desde el pasado 30 de enero cuando el Levante se llevó el botín de los tres puntos de Valdebebas (1-2).

Son 13 partidos sin doblar la rodilla, con nueve victorias y esos cuatro empates. «No creo que se nos haya escapado la Liga. Son dos puntos perdidos. Hay que seguir. Nos ha faltado algo ofensivamente. La Liga no está sentenciada. Es difícil jugando cada tres días. Pase lo que pase, vamos a pelear hasta el final. Nuestro inicio de partido ha sido complicado. No estuvimos muy finos arriba», proclamó el técnico francés tras estrellarse ante el Betis de Pellegrini.

«Quedan cinco jornadas. Falta mucho, falta mucho», aseguró Zidane, convencido de que tendrá un momento para engancharse al campeonato, pendiente, eso sí, siempre del desenlace de la semifinal europea con el Chelsea, un doble duelo que tendrá incidencia directa en la Liga.

¿Por qué ha reaccionado el Barça?

Porque Koeman ha dado con la tecla de un sistema que le ha hecho ajustar las piezas que antes tenían vida propia y desordenada sin nada que los uniera. Porque ha sumado 46 puntos de 51 posibles cediendo solo un empate en casa (1-1 con el Cádiz, el penalti de Lenglet en el último supiro) y la derrota en el clásico (2-1 ante el Madrid), que le parecía alejar del título.

Pero los azulgranas han sabido superar esos inconvenientes agarrados a la mejor versión de Messi. Y Leo no ha estado solo. Si no aparecía el 10, emergía la figura de Griezmann, decisivo en el triunfo sobre el Villarreal, y la omnipresencia de Frenkie de Jong, ya transformado en uno de los líderes del rejuvenecido Barça, donde La Masia (Mingueza, Araujo e Ilaix) ha adquirido un rol protagonista.

Tiene gol el equipo de Koeman. No tiene un nueve fijo, pero tiene mucho más gol que ninguno de los otros tres candidatos al título. Suma el Barça 76 tantos, mientras el Atlético, con 60, es quien más se le acerca. El Madrid solo ha marcado 56 goles y el Sevilla, con 49, es quien mejor sabe rentabilizar esa escasa producción ofensiva.

«Es un gran paso hacia el título. Cada victoria es un paso adelante. Cada partido es difícil. Hemos reaccionado bien a su gol, creando ocasiones. Hemos estado cansados en la recta final, pero hemos defendido bien», reconoció Koeman tras el valioso triunfo sobre el Villarreal.

Y el Barça, moribundo en agosto, deshauciado en diciembre, es dueño de su destino tras haber ganado una Copa del Rey que ha tenido un efecto balsámico. Si gana el jueves se encarama a la cima de la Liga en lo que sería un inesperado giro, casi cinematográfico, después de cuatro desconcertantes meses iniciales. «El equipo tiene hambre de hacer algo grande», exclamó Koeman.

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