Estados Unidos ve cómo numerosas grandes empresas se trasladan a Canadá o Irlanda para pagar menos impuestos, en lo que denominan fugas fiscales.
Mientras el Tesoro estadounidense alza la voz de alarma ante las fugas fiscales de varias empresas, las emblemáticas hamburguesas de Burger King se mudan a Canadá en una operación que ha levantado suspicacias en Washington, ya que está parcialmente financiada por el multimillonario inversor Warren Buffet, hasta ahora modelo empresarial para la Casa Blanca.
En un discurso esta semana, el secretario del Tesoro, Jack Lew, urgió a que el Congreso aprobase una reforma tributaria, y actuase especialmente para poner fin a las llamadas «inversiones fiscales», por las que grandes empresas adquieren otras extranjeras para trasladar su sede y pagar menos impuestos.
«No hay nada malo en las fusiones internacionales genuinas (…), el problema es que en muchas de ellas el cambio de residencia se hace principalmente con propósitos fiscales y la nueva entidad simplemente cambia su dirección», dijo en un discurso en el Urban Institute.
Lew pidió a las empresas mostrar patriotismo económico.
Pero, cautelosamente, evitó referirse a la última de estas operaciones, que están provocando sarpullidos en la Administración estadounidense, por considerar que son injustas con el resto de los contribuyentes y dañan las arcas públicas del país.
A finales de agosto, la cadena de comida rápida Burger King, hasta ahora con sede en Miami, anunció el acuerdo para adquirir la empresa de cafeterías Tim Hortons de Canadá, lo que le permitirá instalar su sede fiscal al otro lado de la frontera y aprovechar la menor tasa impositiva canadiense.
La multinacional distribuidora de hamburguesas vio cómo miles de personas firmaban un escrito en Miami en el que le pedían que no abandonara el país.
La de Burger King no es la última ni la más grande, pero subraya la tendencia creciente para llevar a cabo estas operaciones.
Muchas banderas pero poco patriotismo
En los últimos meses varias empresas como la de instrumental médico Medtronic y la de alimentación Chiquita han hecho lo mismo y han establecido su sede fiscal en Irlanda tras sendas adquisiciones de empresas locales.
No obstante, para Washington lo más sorprendente de esta adquisición es quién está detrás de ella: Warren Buffett.
La compra de Tim Hortons por Burger King, valorada en torno a 11.000 millones de dólares, se llevará a cabo con financiación parcial de Berkshire Hathaway, la compañía de inversión de Buffett, que aportará 3.000 millones de dólares.
El llamado «oráculo de Omaha», en referencia a su tino a la hora de invertir y su localidad de origen en Nebraska, había sido hasta ahora alabado por parte del gobierno estadounidense, incluido el presidente Barack Obama, por haber encabezado a un grupo de multimillonarios que defendían una subida de impuestos para las rentas más altas.
Buffett llegó a publicar una carta abierta a finales de 2011 en el New York Times, por lo que Obama no dudó en bautizar la propuesta de alza impositiva para los ricos como la «Buffett Rule» (Norma Buffett), dentro de su cruzada para proteger a las clases medias de la creciente desigualdad económica en EEUU.
En los últimos meses, estas «fugas fiscales» han sido tema candente en el Congreso en Washington, cuestión sobre la que Buffett ha mantenido un cuidado silencio.
Y esta semana, el congresista demócrata Charles Schumer de Nueva York, miembro del comité de Finanzas del Senado, indicó su intención de presentar un proyecto de ley para reducir la ventajas fiscales que puedan obtener las compañías que trasladen su sede fuera de Estados Unidos.
Las dudas acerca de los efectos de esta posible legislación, sobre la que los republicanos han mantenido distancia, llevaron a que Buffett saliese de su discreto segundo plano y se comunicase con el senador por Utah Orrin Hatch, el republicano de más rango en el comité, para preguntarle sobre el posible rumbo de estas medidas.
«Me llamó y me dijo que tenía que hacer algo sobre las inversiones fiscales. Creo que quería saber dónde pensamos ir», aseguró Hatch en un discurso en la Cámara de Comercio de EEUU en Washington, el jueves.
Pese al caldeado debate, es poco probable que algo suceda en el Congreso, frontalmente dividido, antes de final del año, debido a las inminentes elecciones legislativas de noviembre, que concentrarán la atención de los congresistas.
Además los republicanos, con Hatch a la cabeza, quien busca convertirse en presidente del comité si logran la mayoría el Senado, se oponen a cualquier medida que implique retroactividad y no conlleve una rebaja de la tasa impositiva que pagan las corporaciones en EEUU, elementos que contempla la propuesta de Schumer.