«Dembélé no controla su vida»

Las voces por el comportamiento desordenado del francés se alinean con el malestar en el club azulgrana por la gestión de su lesión

Ousmane Dembélé ha recaído en su desgracia. Parece haberse atado a sí mismo el sambenito de futbolista desorientado y persona díscola sin enmienda. Tardará en ser analizado sin el foco de la sospecha. Su integridad profesional se halla en tela de juicio tanto desde dentro como desde fuera del club. El malestar hacia su comportamiento es amplio. A la impuntualidad reiterada en los entrenamientos de la pasada campaña se une ahora la sensación de un desdén hacia su propio cuerpo que ha alertado a propios y extraños.

Hacía tiempo que no se escrutaba con tanta minuciosidad la vida privada de un futbolista del Barça, materia habitual de chascarrillos en el entorno directo del club que no suele trascender. Con Dembélé, de 22 años, sus desajustes han ido conociéndose (como su afición desmesurada a jugar con la consola hasta altas horas de la madrugada, su mala alimentación, despistes sobre sus obligaciones con el grupo), evidencia de que carece de la protección de otras estrellas del vestuario.

Ahora le ha puesto comillas uno de los cocineros que tuvo el año pasado en el Barça en declaraciones a ‘Le Parisien’. «Ousmane es un buen chico, pero no controla su vida. Vive constantemente con su tío y su mejor amigo, que no se atreven a decirle nada», explica este cocinero, llamado Mickael Naya.

Constata Naya que el delantero francés no lleva una vida ordenada. Aunque no vio que consumiera alcohol, «no respeta para nada los tiempos de descanso, no hay ninguna estructura de alto nivel en su entorno», explicó. Su madre reside en Rennes, adonde se fue el sábado en un viaje altamente conflictivo por la situación de su pierna. «Cuando está sin sus amigos –añadió el cocinero- Ousmane es completamente diferente. Es curioso, abierto, educado».

Sin multa

El club, según algunas fuentes, se planteó una multa económica que al final no parece dispuesto a aplicar. De la misma forma que existe un disgusto interno por su actuación en el partido de San Mamés y su gestión posterior de la lesión en el bíceps femoral (cinco semanas de baja), existe también un lamento por las altas expectativas defraudadas.

Se presentó a entrenar antes del día programado, no había incumplido con los horarios aún este año, según aseguran desde la entidad, y se le advertía mayor determinación a elevar sus prestaciones. Pero ha bastado un mal partido y una extraña lesión para cuestionar el futuro del jugador francés en el club.

¿Moneda de cambio?

Un ruido subrayado por su potencial papel como moneda de cambio de Neymar, extremo negado por su agente, Moussa Sissoko. «Ousmane es barcelonista y se va a quedar al 1.000%, con la firme voluntad de honrar los colores del club», dijo en un comunicado.

Curiosamente, Dembélé, con toda su manifiesta fragilidad, se ha perdido menos partidos que el perseguido Neymar en las dos últimas temporadas. Un elemento que añade sinsentido a la operación por el brasileño, que discurre a su manera por el empedrado camino de conversaciones sin acuerdo, una primera oferta rechazada y la sensación de que ninguna de las partes implicadas acaba de mojarse de verdad.

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