Química a raudales

Andrew Garfield y Emma Stone lideran el segundo ‘Spider-Man’ de Marc Webb, mucho mejor que el primero

Spider-Man no es un mito, ni un superhéroe, ni tan siquiera es una araña… Spider-Man, por si ustedes no lo sabían, es una increíble gallina de los huevos de oro por lo que se refiere a la taquilla y a los beneficios generados por el ‘merchandising’. Dicho esto, seguro que se entiende mucho mejor que, una década después de la trilogía de Sam Raimi sobre el hombre araña, ahora le haya tocado hacer otro tanto a Marc Webb. Se trata de que cada generación tenga su dosis de hombre araña y de que Peter Parker vuelva a revivir en la gran pantalla todos los hitos de su iniciación como superhéroe… pero ahora convenientemente adaptados o actualizados con los tiempos de ‘whatsapp’ y emprendedores que corren.

Marc Webb cumple el encargo de volver a rodar Spider-Man y ‘tunearlo’ o moldearlo para que no sea el mismo de hace una década que filmó Sam Raimi, sino un Spider-Man más del gusto actual. Tenemos a un Peter Parker ingenioso, algo ‘nerd’, un pelín asocial y enamorado hasta las trancas de Gwen Stacy; en lo que es el eje argumental más interesante y seductor del film. Tenemos a una Gwen Stacy que pisa con fuerza y garbo, en contraste con el poco hálito que Peter Parker muestra cuando no viste el traje de trepamuros. Algún día, esperemos que no muy lejano, alguien debería rodar un ‘boy-meets-girl’ con el telón de fondo de lo superheróico y con buenas dosis de comedia romántica. En ‘Spider-Man 2: El poder de Electro’ se nos dan pruebas suficientes que con buenos diálogos y con dos actores, Andrew Garfield y Emma Stone, entre los que hay química a raudales, podría funcionar a las mil maravillas.

Otro aspecto que ha cambiado del Spider-Man de Webb al de Raimi es que ahora el centro de poder ya no descansa en los ‘mass media, ni en los grandes emporios económicos, sino en las industrias de I D, esto es, en la Tecnología. Ni alcaldes, ni jefes de policía, ni generales, ni empresarios, los que cortan el bacalao son científicos con bata blanca y creadores de algoritmos complicadísimos.

Mejor, mucho mejor, que la primera entrega de Webb de hace un par de años, ya que los supervillanos tienen más carisma y son más temibles. Carga todavía en su contra un exceso de persecuciones de coches y un post-final que anula el efecto demoledor del verdadero y trágico desenlace. Además, plásticamente hablando, Electro resulta bellísimo en pantalla. ¡Qué colores azules eléctricos! ¡Qué chispas con tonos oscuros de fondo! Todo un festín para la vista.

Si a ello se le añaden unas escenas de acción en las que intervienen superhéroes y villanos y unos planos de Nueva York fantásticos, todo ello por gentileza del megadepartamento de efectos especiales, casi lo tenemos todo para disfrutar del film en 3D… bueno, tal vez se puede completar con unas palomitas.

The amazing Spider-Man 2: El poder de Electro

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