Josep Maria Bartomeu se rinde y dimite

El dirigente no se enfrenta al voto de censura y arrastra también a una dimisión en bloque de la directiva

Y Josep Maria Bartomeu se rindió. Tras meses y meses de resistencia, aferrado al cargo de presidente del Barça que le dieron los socios en julio del 2015, levantó, finalmente, la bandera blanca. Dimitió él. Y dimitió también la directiva en bloque, por lo que no habrá voto de censura, que estaba previsto para el 1 y 2 de noviembre. Ni tampoco dentro de dos semanas, como quería el club. Ha triunfado, sin tan siquiera celebrarse, la primera moción de las tres que ha vivido el Barça.

Se va Bartomeu envuelto en un final caótico, repleto de escándalos, víctima también del 2-8 de Lisboa, con el equipo hecho una ruina y el club enfrentándose a una de las peores crisis económicas de su historia, producto de la mala gestión en el último lustro, unido, además, al demoledor impacto del coronavirus.

Apenas 24 horas después de proclamar que «no había motivos para la dimisión», Bartomeu claudicó. No quiso ni combatir en el voto de censura, impulsado por 19.380 socios, que dieron su firma para desalojarlo del palco en plena pandemia en una tormenta que ni siquiera él pudo prever.

Intentó el ya expresidente convencer a la Generalitat de que le diera 15 días más para ejecutar el voto de censura. Pero el Govern se mostró inflexible y Bartomeu, tras estirar el partido hasta el tiempo añadido y ya sin resquicio legal para mantenerse en el cargo, se dio por vencido.

Cita con las urnas en enero

Se abre ahora un panorama repleto de incertidumbre en el Camp Nou, tomando el mando del Barça una comisión gestora, presidida por Carles Tusquets, que «tendrá hasta tres meses» para convocar las elecciones que deben elegir al sucesor de Bartomeu.

A principios de enero aparece ya como la primera fecha para que el nuevo presidente tuviera así capacidad de maniobra sobre el mercado invernal de fichajes, que acaba el 31. Existe ya una lista con varios candidatos, algunos ya oficiales, otros no, preparando la próxima cita con las urnas para un club roto económicamente y en proceso de reconstrucción deportiva.

De Víctor Font, que lleva siete años diseñando su proyecto, a Joan Laporta, el expresidente que aún no ha dicho si se unirá a la carrera electoral, pasando por viejos conocidos como Agustí Benedito o Toni Freixa, además de Jordi Farré, el impulsor del voto de censura que ganó incluso sin necesidad de que se produjera, Lluís Fernández Alà y Xavi Vilajoana, directivo con Bartomeu que podría surgir de las llamas de la ya dimitida junta.

Laporta respiró aliviado tras conocer la decisión de Bartomeu. «Ya era hora. Por fin se abren los caminos para rehacer el Barça», proclamó feliz el exdirigente azulgrana.

Quedan otras vías, pero parecen menos exploradas, como la de Jordi Roche, auspiciada por Sandro Rosell, el expresidente, aunque cada vez va perdiendo más fuerza. O incluso o la de Emili Rousaud, el vicepresidente que abandonó la junta de Bartomeu con cinco directivos más en los primeros meses de la pandemia.

Sin olvidar tampoco a otro Rosell, Juan, expresidente de la patronal española de empresas (CEOE), quien medita sumergirse pelear por sentarse en el palco del Camp Nou.

Una silla que ha dejado vacía Bartomeu. Seis años, nueve meses y cuatro días ha durado su mandato. Sucedió a Rosell, quien dimitió por el ‘caso Neymar’ tras anunciar 48 horas antes que no lo haría. Hasta en eso, ha sido idéntico el proceso del ya expresidente. Pero ha durado aún menos. Apenas 24 horas.

Se va antes de que lo sin poder acabar su segundo y último mandato. Se va como Laporta en el 2010, incapaz de articular una candidatura continuista. Se va, o lo echan, porque no detectó que «la crisis deportiva», así lo calificó tras el 2-8 de Lisboa, era, en realidad, una crisis institucional que se lo llevaría por delante.

Berlín, el inicio del fin

Se va, o lo echan, porque no entendió que Berlín-2015, justo antes de las elecciones que ganó después, fue su techo. Y, al mismo tiempo, el inicio del fin. Se va porque ha carecido de ideología deportiva alguna. Quiso ser cruyffista, pero no lo fue. Ni lo había sido. Más bien todo lo contrario. Renegó primero de esa filosofía, a la que luego intentó arrimarse.

Quemó cinco entrenadores (Tata, Luis Enrique, Valverde, Setién y ahora deja a Koeman) en seis años con la misma voracidad con la que iba consumiendo directores deportivos. También cinco (Zubi, Robert, Pep Segura, Abidal y ahora ocupa Planes ese cargo), pero en solo cinco años.

Se va antes de exponerse a ser el primer presidente que pierde una moción de censura (Núñez la ganó en 1998 y Laporta también triunfó en el 2008), arrastrado por una sucesión de escándalos internos que han ido minando su credibilidad. Y la ha perdido sin necesidad siquiera de que se abrieran las urnas.

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