Rocky Balboa vuelve a noquear

Pasan los años, pero Sylvester Gardenzio Stallone (Nueva York, 1946) lo sigue petando en la gran pantalla: la segunda entrega de ‘Creed’, donde un provecto Rocky Balboa prepara para la gloria a su amigo Apollo Creed –al que previamente mató en una de las entregas de la saga boxística, pero bueno, también Sherlock Holmes resucitó tras caerse por las cataratas de Reichenbach a petición popular– está funcionando de maravilla en taquilla.

Por Ramón de España

Mientras se habla de nuevas entregas de Rocky y Rambo –Stallone es un hombre de ideas escasas, pero fijas, a las que saca jugo de una manera admirable–, su otra saga, ‘Los mercenarios’, va viento en popa, tal vez porque la acumulación de testosterona en la pantalla –le acompañan Dolph Lundgren, Jean Claude Van Damme, Jason Statham y todo el que ha sido alguien en el cine de garrotazo y tentetieso, y a veces hasta se apuntan actores de verdad como Antonio Banderas o Bruce Willis– es tan densa que el espectador se rinde fascinado ante tanto sopapo y tanta explosión.

Obstáculos

El pobre Sylvester ha superado muchos obstáculos para alcanzar el triunfo. El primero, nada más nacer. El uso chapucero en el parto de un fórceps le dejó inmovilizada la parte inferior de la cara, lo cual no es especialmente útil para alguien que quiere ser actor. Pero el hombre consiguió darle la vuelta a tan molesta situación para que funcionara en su beneficio, ya que uno de los motivos de su triunfo es esa inexpresividad legendaria que tan bien les va a los personajes que salen de su ingeniosa pluma: tanto Rocky Balboa como John Rambo son unos tarugos unidimensionales que se podrían rodar con un ‘animatronic’, así que un tipo con permanente cara de palo cumple con su cometido a la perfección, y lo mismo puede decirse de su rol en ‘Los mercenarios’.

Solo en una de sus películas se necesitaba un actor bueno y expresivo, y nuestro hombre hizo lo que pudo: cuando se estrenó ‘Copland’ (1997), algunos críticos experimentaron epifanías al observar que Sly podía actuar o, por lo menos, intentarlo (en circunstancias hostiles, pues compartía cartel con Robert de Niro, Ray Liotta y Harvey Keitel). La película era un fallido drama sobre polis corruptos, pero Stallone ganó varios enteros con la prensa.

Sin rastro de sentido del humor

Podría haber seguido ese camino, pero no lo hizo. Prueba de ello es que rechazó varios papeles en proyectos interesantes –entre ellos, ‘Seven’, de David Fincher, en el que su rol fue a parar a Brad Pitt–, como si un radar interior le previniera acerca de los peligros de meterse en camisa de once varas. Lo suyo era darle a Rocky y a Rambo hasta la extenuación o, para distraerse, protagonizar cosas como ‘Demolition man’ (1993) –en cuya campaña de promoción se sorteó entre los fans la posibilidad de apretar un botón y asistir a la prevista demolición de un edificio en Miami– o ‘Juez Dredd’, adaptación de un cómic inglés en el que un casco muy completito solo dejaba al descubierto la parte de su cara que no se mueve.

Sylvester Stallone ha compartido siempre el podio de los colosos del cine de acción con Arnold Schwarzenegger, un tipo ligeramente más expresivo que él –tampoco mucho– y que ha participado en películas más interesantes, demostrando en algunas un sentido del humor que está ausente en toda la obra de su rival. Y es que Sly se lo ha tomado siempre todo muy en serio, empezando por su carrera. Vale, se presentó a un ‘casting’ de ‘El padrino’ y lo echaron; rodó un par de pornos para pagar el alquiler (‘The party at Kitty¿s y Studs’); pero cuando alumbró a Rocky Balboa resistió la tentación de vender el guion y hacerse a un lado, y no paró hasta que le dejaron protagonizar la primera entrega de tan rentable franquicia. Lo suyo es una clara muestra del triunfo de la voluntad: no todos los actores discretos y con la cara tiesa consiguen llegar tan lejos.

Cinco hijos

A Stallone le ha bastado con dos ideas para fabricarse una carrera de éxito. Y hasta ha sido capaz de sacarse de la manga a ‘Los mercenarios’ cuando sus dos sagas empezaban a dar señales de fatiga, encargándose al mismo tiempo de reanimarlas, aunque haya sido a costa de convertir a Rocky Balboa en entrenador y a John Rambo en… Ya veremos, pues hay prevista una nueva entrega de la serie, que con los 72 tacos del actor va a tener que aportar alguna novedad. O no.

Sly también ha tenido tiempo para formar una familia y alumbrar a cinco hijos, aunque uno de ellos, Sage, falleció de un ataque cardiaco hace años. Yo diría que su pareja más a juego –por el aspecto pétreo y el escaso talento para la interpretación– fue Brigitte Nielsen, pero la cosa no cuajó. Nuestro hombre también tiene un hermano músico, Frank, responsable de una de las canciones más irritantes de todos los tiempos, ‘Eye of the tiger’. Y cuerda para rato, como demuestra el éxito de ‘Creed 2’.

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